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Mejora la circulación: El ajo tiene efectos positivos sobre la actividad cardiovascular. Su consumo reduce los niveles de colesterol y de triglicéridos. Además, desacelera la velocidad de la coagulación y tiene propiedades antioxidantes.
Actúa frente a infecciones: Tiene propiedades antibacteriales, antivirales y antimicóticas. Ayuda a combatir algunos parásitos intestinales.
En comparación con la penicilina, el ajo posee un 1% de fuerza de acción frente a las infecciones; es por eso que no puede ser considerado un sustituto de los antibióticos.
Sin embargo, es un buen complemento para tratar algunas infecciones bacterianas.
Reduce los niveles de la presión: La presión sanguínea se reduce con el consumo de ajo ya que éste alivia los espasmos arteriales.
Tiene como efecto, además, la desaceleración del ritmo cardíaco, de modo que no se experimentan síntomas tales como mareos y dificultad para respirar.
Mejora el aspecto de la piel: El ajo, al ser frotado sobre superficies cutáneas con acné, ayuda a la cicatrización.
El uso externo, además, limpia la piel de espinillas y puntos negros.
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