Esa es la llave para alcanzar el samádhi (hiperconciencia), la meta de todos los tipos de Yôga. Además, el Yôga es una filosofía práctica, naturalista y que no posee teoría. Por ello el conocimiento se desarrolla exclusivamente a través de la práctica de técnicas; es un conocimiento empírico y vivencial.
Los antiguos Maestros, inmersos totalmente en esa filosofía, adquirieron un elevado grado de desarrollo de la sensibilidad, conocieron la existencia de materia sutil e incluso desarrollaron técnicas para su captación, asimilación y desarrollo, como por ejemplo los pránáyámas, la expansión de la bioenergía a través de ejercicios respiratorios.
Si observamos la frase que se le atribuye a Hipócrates, “somos lo que comemos”, es muy fácil deducir que los alimentos que ingerimos van a construir nuestro cuerpo físico, incidirán en nuestras emociones, en nuestra conducta, en nuestra psiquis, en nuestros pensamientos, en nuestros actos, en nuestra descendencia, en la especie, en todo.
Por ello, el sistema nutricional que acompaña a esta filosofía desde hace milenios está basado en la ingesta de alimentos que posean cierta forma de energía biológica que existe en la materia viva. Si incorporamos a nuestro organismo alimentos vegetales crudos, estamos brindándole células vegetales vivas con su calidad energética específica. Las plantas asimilan energía solar y la retienen en forma potencial; luego de ingerirlas, el organismo humano utiliza esa energía para sintetizar sustancias orgánicas esenciales, compensando así el propio desgaste celular.
Esta bioenergía recibe el nombre genérico de prána, es básicamente energía solar y se define como cualquier tipo de energía manifestada biológicamente. Puede ser absorbida de la luz, del aire, del agua o de los alimentos.
Pero, ¿qué es la energía? Si recurrimos a los físicos, ellos nos dirán que es el poder o la capacidad para hacer un trabajo. Aquí observamos la palabra poder, y son justamente fuerza, poder y energía los tres conceptos a los cuales estuvo unido el Yôga en la antigüedad, tal como se lee en los textos eruditos (shástras).
Esta forma de comer, que parece ser tan antigua, es la que más se acerca a las propuestas de los nutricionistas más modernos.
Fuente: Egardo Carmella
Maestro de SwáSthya Yoga
Presidente de la Federación de Yoga de Buenos Aires (FIPPYBA)
Autor del libro La Dieta del Yoga, editorial Kier, Buenos Aires